Las
realidades se mezclan en algunos momentos y obligan a sacar lecciones, a
sintetizar situaciones distintas porque en la vida hay muchos órdenes de
acontecimientos que se están produciendo en un mismo momento y las lecciones que nos van dejando pueden
unirse en determinados puntos. En este momento faltan siete días para las
elecciones en Andalucía. Ahora todo el mundo promete lo que sabe casi seguro
que no va a cumplir con lo que devalúa los mensajes y quien escucha aprende a
no creer. Por otra parte, mi amiga Ivonne desde Bogotá me cuenta por Skype que
está cuidando a su sobrino nieto y que el niño de cuatro meses está durmiendo
en paz siendo así que sus padres y abuela le han advertido de un montón de
requisitos que el pequeño necesita para pacificarse, el primero de los cuales
es estar en brazos.
Con
estos mimbres me pongo frente al espacio en blanco del ordenador, dispuesto a unir las lecciones de aquí con las
confidencias y reflexiones de Ivonne porque entiendo que tienen innegables
puntos en común aunque la información llegue desde ámbitos distintos. Desde el
punto de vista social veo una urgencia de las formaciones políticas por
transmitir en los pocos días con que
cuentan ya el mayor y mejor impacto de sus mensajes y para ello no tienen
empacho en exagerar lo que nos quieren decir hasta el punto imposible de cumplir. Su obsesión está
encaminada a impactar y a diferenciarse de cualquier adversario pero al ofrecer
el mensaje con tan poco rigor, quien escucha lo interpreta como algo propio de
una campaña electoral y no ligado a ningún compromiso de cumplimiento posterior
con lo que, evidentemente, queda devaluado y pierde su valor o puede incluso
ser contraproducente. Quien lo escucha
llega a considerar que se le engaña y que lo único que se busca es su voto el
día de las elecciones y nada más.
Con
los pequeños y en otro orden de cosas Ivonne me informa de algo parecido. Me
comenta que tiene el menor hasta cuatro adultos a su disposición y que, a pesar
de los incipientes cuatro meses de vida, ya ha adquirido experiencia suficiente
para saber manejar a su antojo sus
situaciones vitales. Todo el tiempo debe
estar en brazos y si no, a llorar se ha dicho. En el carrito hay que ponerlo
casi vertical porque de lo contrario protesta y lo peor que cuenta es que sus
familiares son docentes y por esa razón le resulta más inexplicable esa actitud.
Cuando me estaba hablando se había quedado ella sola con el bebé, le había dado
de comer su biberón, había esperado un tiempo para permitir que eliminara los
gases y estaba durmiendo plácidamente mientras ella hablaba conmigo. Su tesis,
que yo comparto, es que los pequeños tienen unas necesidades y entre ellas está
la de que se les ofrezca un tipo de vida placentero y ordenado que, por una parte resuelva sus
demandas elementales de limpieza, sueño, cuidados y por otra les permita
desenvolverse en ese orden y gozar del tiempo que les toca.
Probablemente
no es muy meritorio lo que cuento porque Ivonne es una profesional de la
educación y creo que no responde al nivel informativo medio de las personas con
menores a su cargo pero me resulta interesante traerlo a la luz por ese empeño
mío en ofrecer aportes de fondo pero, si es posible como en este caso, que
tengan un testimonio y una conexión con la palpitante actualidad y que sea esa
actualidad la que redondee y enriquezca lo que aquí se va contando cada semana.
Algo parecido es lo que comento en respuesta a los comentarios de mi compañero
Manuel Ángel que con su trato diario con los pequeños en su ejercicio
profesional viene a completar y a fijar muchos de los conceptos que aquí salen,
que están algo más alejados en el tiempo porque mi trabajo va quedando atrás
inevitablemente. Hoy, por tanto, quiero agradecer a Ivonne los comentarios
sobre su sobrino nieto que nos vienen a decir una vez más que las prisas no son
buenas consejeras y que hay que confiar en la respuesta de los pequeños si
nosotros les ofrecemos fórmulas de vida a su medida.
Te imaginas, Antonio, el día en que las promesas preelectorales fueran de obligado cumplimiento so pena de denuncia por engaño?. Seguro que entonces no prometían tanto y cumplían mas. En cuanto a los de los peques, en mi experiencia personal, creo, como tú, que los pequeños son pequeños en cuerpo pero no en manejo de habilidades para conseguir... si los mayores nos dejamos.
ResponderEliminarSaludos,
En esta palpitante actualidad de la que hablas, tuve ocasión esta semana de participar en una reunión del mundo de la educación con los candidatos de la formación política a la que pertenezco desde hace años. Cuando empezaron a exponerse los problemas que tenían diferentes colectivos: los que se encargan de aulas matinales y comedores escolares, los apoyos a la integración, la educación de adultos, las escuelas de idiomas, los conserjes, la sustitución de maestros, el funcionamiento de los consejos escolares... me pareció que los problemas que podemos tener en las escuelas municipales son tan pequeños que pedí excusas por exponerlos. Creo que seguimos teniendo unas escuelas privilegiadas, donde es un placer poder seguir trabajando.
ResponderEliminarEstoy completamente de acuerdo contigo. Comprendo tu desazón o tu reflexión de los mundos tan distintos que vivimos viviendo tan cerca unos de otros. Yo creo que nos debe llevar a aprender a comprender mejor la realidad que nos circunda pero no a olvidarnos de los nortes que nos hemos trazado y que siguen estando en la dirección que indica la brújula, tanto si en este momento los tenemos cerca como si se nos antojan muy lejanos. Un abrazo
Eliminarcada cual tiene su cedazo para cribar la paja del grano. Lo curioso es que todo pasa por el arel. Incluso lo meritorio a nuestros ojos, seguramente odioso a los ajenos.
ResponderEliminarY cada cual arrime el ascua a su sardina. Si no hubiere ni ascua ni sardina, ¡a vivir del desencanto, que es la más placentera de todas las vidas!
besos
Una interesante manera de exponerlo...
ResponderEliminarSaludos