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domingo, 29 de marzo de 2015

DIÁLOGO


         La semana pasada nos había relegado la temperatura ambiente a las casas como si todavía el invierno se resistiera a desaparecer y de pronto nos encontramos con que este azul insultante y este calor que se mete en los huesos nos dice que la primavera está en el ambiente y que no piensa esconderse por nada del mundo. Nos sobra casi toda la ropa imprescindible y vamos soltando capas hasta encontrar el cuerpo, la piel, que nos ordena salir a la luz para encontrarse con el sol, que ya era hora.

         Puede que resulte un poco repetido, la edad no perdona y mis recursos no son ilimitados, pero no puedo ignorar los dos elementos esenciales que en cuanto salgo de mi casa se me meten por los ojos y me hablan de vida, de renovación, de que algo muy fuerte se está moviendo y nos vuelve a ofrecer el espectáculo de que el mundo se renueva y de que un nuevo ciclo está saliendo a la luz para decirnos que el poder, el verdadero pode,  se mueve al margen de nosotros  y nos arrastra como un vilano más del mundo que es lo que somos y, si acaso. Lo importante sucede a nuestro lado y, a poco que nos despistemos, ni siquiera nos damos cuenta y, cuando queremos acordar,  ya ha pasado. Yo tengo dos señales clavadas en el sentido que son como dos faros inequívocas de que está la vida latiendo y que hay que mirar y poner nuestro movimiento vital a su compás para  convertirnos en uno más de los signos que la vida ofrece: los jaramagos amarillos y omnipresentes que si nos descuidamos se nos cuelan hasta en la sopa y la flor del cardo cuyo color me parece único, intenso e irrepetible. Seguro que en los pequeños estos dos signos tienen un reflejo que los hace partícipes de este milagro de vida que nos rodea.

         Se une el sol, su potencia y su provocación para que nuestros cuerpos se sometan a su fuerza y para que permitamos que nuestra piel se doblegue a su poder y adquiera un color específico y renuncie definitivamente a ese blanco pajizo del invierno. También supongo que tiene que ver con las horas de luz, una vez que hemos cruzado el equinoccio de primavera y ponemos rumbo al solsticio de verano que nos espera en los últimos días de junio. Hoy mismo, sin ir más lejos y sin que la lógica aparezca por ningún sitio, nos encontramos con una hora menos de tiempo y una más de luz a la que nuestros cuerpos se tendrán que adaptar en los próximos días. El argumento, completamente falaz a mi modo de ver, es que vamos a ahorrar no sé cuantos millones de euros en electricidad pero lo cierto es que con esta hora más de luz que, a partir de hoy ganamos, lo que dice nuestro cuerpo es que renace la vida un año más y que quedamos invitados a participar de este diálogo permanente que la vida nos propone y que yo he sintetizado en estas dos humildes flores de los caminos que ahora se adueñan del paisaje y que van a ejercer su dominio de color durante todo abril para convertirse el resto del año en un testimonio seco de la abundancia que la vida ofrece y un peligro de incendio constante a poco que nos descuidemos.


         Este año las previsiones son que el lapsus de nueve días de vacaciones de semana santa se presenta reventando de azul y de sol y que para quien pueda, bien en las playas o en las ciudades con las procesiones a las que nos hemos rendido por completo tenemos ocupaciones para ejercer de  antorchas de esta primavera de la sangre que responde al reto de la tierra y que un año más se impone por encima de la miseria y de la muerte. Desgraciadamente la seguimos teniendo presente, bien en forma del avión estrellado en Los Alpes por un psicópata o por las guerras sectoriales que se mantienen para que nadie olvide que también somos una amenaza permanente para nosotros mismos y para el mundo. No sé si tenemos que elegir pero la posibilidad es bien patente y debiera inclinarnos inexorablemente. 


domingo, 22 de marzo de 2015

AIRE


         Como Granada es una ciudad de grandes contrastes, la semana anterior, a pesar de estar en la mitad de Marzo, parecía que tocábamos  con la punta de los dedos  temperaturas veraniegas. Rondábamos los 30 grados. Y es verdad que el refrán dice que cuando marzo mayea, mayo marcea pero para Mayo todavía queda lo suyo y ahora se podía disfrutar casi de manga corta. Las calles de Granada casi siempre están abarrotadas de gente y,  con gratas temperaturas con más razón. El centro con el sempiterno turismo que no nos abandona pero las calles de los barrios con largas colas de escolares midiendo cada palmo de solerías y de tiendas mientras se iban contando mil historias, la mayoría inventadas.

         Insisto en los contrastes de Granada y esta semana se nos han confirmado plenamente. No sólo hemos tenido, y hoy seguimos, lluvias intermitentes, chaparrones a fin de cuentas sin mucha intensidad que,unidas al vientecillo inclemente y frío, nos han vuelto a recluir en los espacios interiores hasta el punto que ha llegado la Fiesta de la Primavera que el año pasado convocó a más de 20.000 jóvenes en el botellódromo a festejar con borracheras su llegada, este año ha concentrado apenas a 8000 que, aunque siguen siendo muchos, la inclemencia meteorológica ha logrado  lo que no logra la policía por más que intenta desconcentrar tanto desmán etílico como logra organizarse cada año. Pues lo mismo que ha pasado con ha sucedido con los más pequeños, que se han visto obligados a recluirse de nuevo en sus aulas y esperar temperaturas más gratas para perderse por las calles. Una lástima, pero es lo que hay.

         Reiteradamente hemos insistido aquí en los beneficios de la escuela en la calle, de que el aire, el sol y la vida real sea la que en determinadas ocasiones se convierta en maestra complementaria y aporte el acervo cultural que guarda y que está disponible en todo momento para todo aquel que se acerque a sus puertas. Una farmacia, un supermercado, un viaje en autobús, una pescadería, un concesionario de coches…., cualquier tienda es materia más que suficiente para propiciar in situ o una vez que se vuelva a la clase, una conversación para el momento y toda una retahíla de actividades derivadas de la primera impresión. La vida es la mejor maestra si sabemos aprovechar sus espacios y sus tiempos para que nos permita enseñarnos. En nuestra experiencia educativa hemos llegado a tener que contenernos en las salidas porque entendíamos que los pequeños llegaban a perder el norte y a no saber dónde estaba su escuela, cosa que tampoco es buena, la verdad.


         Hoy somos capaces de decir con claridad que los pequeños deben asumir que la escuela es su espacio físico propio al que cada día acceden y en el que trabajan en grupo y aprenden unos de otros. Y esto les debe quedar meridianamente claro, sencillamente porque es en la clase donde pasan la mayor parte del tiempo. Esa es su seguridad y su orientación. Lo que pasa es que, así como el valor del aula debe quedarles claro, también tienen que saber que la propia aula tiene sus limitaciones y el mundo es muy grande y permite conocer muchos mundos dentro del mismo mundo de cada día. Salvo excepciones yo venía reservando los viernes para todo tipo de ampliaciones del aprendizaje, algunas dentro también de las cuatro paredes como películas de dibujos maravillosas de las que se puede disponer con facilidad y las salidas, sobre todo las salidas. El juego de los equilibrios siempre es deseable y no es fácil porque en cada momento de nuestras vidas el viento sopla en una dirección y tiene sus razones para hacerlo. La furia de las salidas se nos metió en el cuerpo como reacción a una escuela inmovilista, que más parecía un convento de clausura que un centro educativo. Pero también vimos que lo contrario era pasarnos. Creo que en este momento se encuentra bastante equilibrado el tema, si bien es verdad que se está imponiendo una ola de defensa de la superseguridad  que hace que los maestros se piensen dos veces cada salida para evitar riesgos reales o ficticios que molesten a las familias.


domingo, 15 de marzo de 2015

SÍNTESIS


         Las realidades se mezclan en algunos momentos y obligan a sacar lecciones, a sintetizar situaciones distintas porque en la vida hay muchos órdenes de acontecimientos que se están produciendo en un mismo momento  y las lecciones que nos van dejando pueden unirse en determinados puntos. En este momento faltan siete días para las elecciones en Andalucía. Ahora todo el mundo promete lo que sabe casi seguro que no va a cumplir con lo que devalúa los mensajes y quien escucha aprende a no creer. Por otra parte, mi amiga Ivonne desde Bogotá me cuenta por Skype que está cuidando a su sobrino nieto y que el niño de cuatro meses está durmiendo en paz siendo así que sus padres y abuela le han advertido de un montón de requisitos que el pequeño necesita para pacificarse, el primero de los cuales es estar en brazos.

         Con estos mimbres me pongo frente al espacio en blanco del ordenador,  dispuesto a unir las lecciones de aquí con las confidencias y reflexiones de Ivonne porque entiendo que tienen innegables puntos en común aunque la información llegue desde ámbitos distintos. Desde el punto de vista social veo una urgencia de las formaciones políticas por transmitir en  los pocos días con que cuentan ya el mayor y mejor impacto de sus mensajes y para ello no tienen empacho en exagerar lo que nos quieren decir hasta el punto  imposible de cumplir. Su obsesión está encaminada a impactar y a diferenciarse de cualquier adversario pero al ofrecer el mensaje con tan poco rigor, quien escucha lo interpreta como algo propio de una campaña electoral y no ligado a ningún compromiso de cumplimiento posterior con lo que, evidentemente, queda devaluado y pierde su valor o puede incluso ser contraproducente.  Quien lo escucha llega a considerar que se le engaña y que lo único que se busca es su voto el día de las elecciones y nada más.

         Con los pequeños y en otro orden de cosas Ivonne me informa de algo parecido. Me comenta que tiene el menor hasta cuatro adultos a su disposición y que, a pesar de los incipientes cuatro meses de vida, ya ha adquirido experiencia suficiente  para saber manejar a su antojo sus situaciones vitales.  Todo el tiempo debe estar en brazos y si no, a llorar se ha dicho. En el carrito hay que ponerlo casi vertical porque de lo contrario protesta y lo peor que cuenta es que sus familiares son docentes y por esa razón le resulta más inexplicable esa actitud. Cuando me estaba hablando se había quedado ella sola con el bebé, le había dado de comer su biberón, había esperado un tiempo para permitir que eliminara los gases y estaba durmiendo plácidamente mientras ella hablaba conmigo. Su tesis, que yo comparto, es que los pequeños tienen unas necesidades y entre ellas está la de que se les ofrezca un tipo de vida placentero  y  ordenado que, por una parte resuelva sus demandas elementales de limpieza, sueño, cuidados y por otra les permita desenvolverse en ese orden y gozar del tiempo que les toca.


         Probablemente no es muy meritorio lo que cuento porque Ivonne es una profesional de la educación y creo que no responde al nivel informativo medio de las personas con menores a su cargo pero me resulta interesante traerlo a la luz por ese empeño mío en ofrecer aportes de fondo pero, si es posible como en este caso, que tengan un testimonio y una conexión con la palpitante actualidad y que sea esa actualidad la que redondee y enriquezca lo que aquí se va contando cada semana. Algo parecido es lo que comento en respuesta a los comentarios de mi compañero Manuel Ángel que con su trato diario con los pequeños en su ejercicio profesional viene a completar y a fijar muchos de los conceptos que aquí salen, que están algo más alejados en el tiempo porque mi trabajo va quedando atrás inevitablemente. Hoy, por tanto, quiero agradecer a Ivonne los comentarios sobre su sobrino nieto que nos vienen a decir una vez más que las prisas no son buenas consejeras y que hay que confiar en la respuesta de los pequeños si nosotros les ofrecemos fórmulas de vida a su medida. 


domingo, 8 de marzo de 2015

UNIVERSALIZACIÓN


         No puedo soportar la idea de recluirme en esta jaula de oro en la que yo mismo he querido meterme y prescindir de lo que pasa en el mundo. Nunca lo he hecho porque creo que somos mundo y cualquier cosa que pase a nuestro alrededor nos afecta. En diciembre de 1983, en el Palacio de Congresos de Barcelona, estando de titular de Educación José María Maravall, se me eligió para coordinar el grupo estatal de Educación Infantil y allí muchos, aunque minoritarios,  tuvimos que tragarnos el sapo de ver cómo se dividía la etapa de 0 a 8 años en 0 a 3 y 3 a 8. Éramos conscientes de que las fases eran distintas en el desarrollo pero queríamos mantener la etapa como un solo bloque para evitar lo que nos barruntábamos y después se confirmó: que Educación se quedaría con el 3 a 8 y el 0 a 3 se pasó a Asuntos Sociales y perdió su carácter educativo a favor del sanitario y social, con el consiguiente deterioro profesional de las personas idóneas para impartirlo, que dejaron de ser maestros para convertirse en un segundo ciclo de F.P. Por supuesto llevó aparejado un descenso de categoría y sueldo. Sólo hacía falta un maestro para coordinar el ciclo.

         Con este sapo hemos estado viviendo hasta hoy para desgracia de los más pequeños que, siendo los más complejos de educar, tienen que aguantar con menos titulación para sus responsables y mantenerse fuera del sistema educativo. No sé si es que a todo el mundo le ha convenido este parche que se impuso entonces o qué, lo cierto es que así siguen estando las cosas 32 años después. Ahora que se van a celebrar unas elecciones en Andalucía,  que parecen como un ensayo general para todo lo que va a venir después, las necesidades salen a la palestra porque es el momento de las promesas. Nadie ha abierto la boca sobre el tema del 0 a 3, que sigue pendiente de una solución a la altura, qué menos, de cualquier otro sector educativo. Hasta el momento, casi todos los centros para esta edad son privados, unos pocos públicos para familias desfavorecidas, una muy pequeña parte municipales, como el nuestro, únicos con un marcado carácter educativo y ninguno gratuito. Las cuotas que pagan las familias son desiguales en función de la renta per cápita. De todas formas faltan muchos puestos para cubrir la demanda porque está directamente relacionado con el acceso al trabajo de las familias.

         Solamente a una opción política le he escuchado interesarse por este sector infantil afirmando que su propuesta es que la educación de 0 a 3 años sea universal, gratuita para todos y pública. Inmediatamente los agoreros han saltado como felinos preguntando que de dónde se iba a pagar ese gasto. Nadie ha objetado si es bueno o malo, conveniente o inconveniente. El que tengamos uno de los menores porcentajes del PIB dedicado a educación, eso no parece importarle a nadie. Yo no pretendo más que proponer el cobro de una deuda del sector de la Educación que en 1983 se dejó en la cuneta a los más pequeños y permitió que fueran sacados del sistema educativo y desde entonces se les tratara como  a ciudadanos de segunda. Quiero ser incluso hasta humilde. Mi propuesta es que, puesto que se trata de un tramo no obligatorio, se garantice un puesto público a todos los que lo demanden y sean tratados como cualquier otro sector educativo de una vez. Es verdad que costará dinero, como cualquier otra medida política que se pretenda implantar pero estoy seguro que los economistas sabrán de dónde sacar el dinero como lo supieron para el cuantioso rescate de los bancos en su momento.


         Como no me interesa la polémica, sugiero que quien no esté por la labor, sencillamente pase de mi propuesta, cosa sumamente fácil porque yo no tengo más poder que el de ser una persona interesada por la infancia, especialmente por la de 0 a 3 años. Si alguien se interesa lo que le digo es que sepa que estamos algunos que llevamos esperando una medida parecida, por lo menos 32 años y que en justicia los más pequeños lo merecen porque son tan ciudadanos como cualquiera.


domingo, 1 de marzo de 2015

ESPACIOS


         En nuestro colectivo desde el principio tuvimos claro y así se acordó que no habría trabajos más importantes que otros  y que lo que tenía que imponerse no era el lugar en el que cada uno prestara su servicio sino la responsabilidad con que lo hiciera y esa sí que tenía que ser máxima para todos. Hoy no está organizado exactamente así porque la vida ha evolucionado y no siempre para bien. Para ser más precisos y para no dar la imagen de añoranza del pasado, que no respondería a la verdad, hemos tenido que renunciar a determinadas situaciones que en su momento nos parecieron esenciales y se ha ganado sin duda en estructura y en solidez.

         Pusimos ejemplos en los que era difícil mantener la coherencia como el paso de los pequeños por el cuarto de baño, por el comedor, por la entrada y la salida…, pero nos habíamos quedado en su momento en la asamblea como primer acto formal en común de importancia decisiva para el funcionamiento del grupo y decíamos que había en la clase un espacio reservado para que pudiera ser usado por todos. Hay otros espacios para momentos distintos que quizá convenga enunciar sin ningún afán de ser exhaustivos pero sí para que quede claro que el trabajo se puede hacer alternativo pero requiere elementos alternativos en su puesta en marcha porque las condiciones no se cambian así como así. Una vez que hemos resuelto el cometido del paso por el cuarto de baño, la clase se divide en una serie de rincones que permiten la diversificación del grupo en pequeños equipos de alrededor de cinco miembros cada uno. Se asocian a colores y se dividen en cinco por los cinco días de la semana. El equipo del día es el responsable del ordenamiento general y cada equipo también se agrega a una de las opciones de trabajo que se le ofertan: biblioteca, disfraces para juego simbólico, plástica, cocinita… espacios y acciones que pueden cambiar en según qué épocas del curso.

         Esta distribución permite que en pequeños grupos vayan diversificando los trabajos y ejerciendo, por tanto, capacidades distintas según las acciones que ejerciten y hasta representar papeles distintos. Hay quien puede pintar muy bien y desempeñar un papel destacado en el rincón de plástica y no ser tan diestro en el rincón de disfraces para elaborar una historia que el equipo  desarrolle  un día cualquiera. De eso se trata, además. Primero intentar que los pequeños grupos, equipos, permitan mayor y mejor participación de más personas, pero también al diversificar las acciones, permitir que tengan más posibilidades de destacar en alguna de las destrezas que desarrollan en los equipos. Es verdad que no siempre sucede porque hay algunos que destacan en todos o casi todos los cometidos y otros no tanto, pero las opciones siempre significan posibilidades y muchas veces la diversificación se produce y entonces el beneficio es para todos.


         Como venimos hablando en las acciones que ya hemos desarrollado, en esta del trabajo en equipos tampoco podemos hablar de una duración más que orientativa, dependiendo siempre del nivel de dificultad de los trabajos emprendidos y también de la predisposición de los miembros para darle atractivo y complejidad a las acciones emprendidas. Lo que importa destacar sobre esta forma de trabajo en la cantidad de posibilidades que la estructura ofrece para despertar el interés de cada uno en alguna de las posibilidades que se le van brindando a lo largo de la mañana. Al mismo tiempo se desarrolla mucho la capacidad de organización y se aprecian con mucha claridad los distintos roles que se pueden ejercer por parte de quienes se muestren más decididos. El adulto de referencia no tiene por qué tener un papel de dirigir cada una de las acciones porque la propia complejidad de las mismas no lo permite pero tampoco es conveniente que suceda así.  Sí importa destacar su función de ir animando a los distintos equipos para enriquecer el trabajo que hayan emprendido. También el de estar siempre disponible para cualquier demanda concreta que surja, de manera que su función es más la de animar y coordinar que la de estar mandando en todo momento.