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domingo, 11 de enero de 2015

VUELTA


         Es posible que no hayan sido suficientes los dos días de clase que ya  han pasado de este segundo trimestre para normalizar la vida en la escuela pero a lo largo de esta semana que empieza mañana sí que es tiempo más que suficiente como para coger el ritmo que permita recuperar  la rutina escolar que ya se había logrado en el primer trimestre. No quiero ni pensar lo que han supuesto los diecinueve días de vacaciones con la excusa de la Navidad y la pérdida del esquema de vida que se traía y que hubo que  romper. Cada familia ha tenido que buscarse la vida por su cuenta para que los niños no se vuelvan completamente locos sin saber cada día qué viene primero y qué viene después.

         Ojalá se hayan podido ordenar de alguna manera la vida durante esos larguísimos días sin escuela y los pequeños hayan podido gozar de algún ritmo más o menos ordenado de vida, cosa nada fácil porque las estructuras de espacios y de tiempos no se pueden modificar por gusto sino que, en el mejor de los casos, se van construyendo lentamente con el paso del tiempo. Lo que termina de volver locos a todos los miembros de la casa es cuando no hay una intención de ordenar el tiempo y las acciones a realizar por parte de los responsables de la familia. Es cierto que no tienen por qué asumir un ordenamiento de vida que les queda muy lejos en casi todos los casos porque ellos se deben a su trabajo y a los ritmos que su trabajo comporta. Lo demás no es de su incumbencia y, como mucho, puede permitir que por respeto asuman esa especie de sobresueldo de esfuerzo que supone llegar cansados y dedicarse a organizar algún tipo de actividades que permita a los pequeños  comportarse dentro de algún orden, aunque sea distinto al que venían acostumbrados en la escuela.

         Ahora, una vez que aquellos que han podido organizar someramente la vida de los pequeños,  que ya se empieza a ver luz en el nuevo orden, de nuevo nos encontramos con que hay que volver a la escuela y asumir el ritmo que ya se había adquirido y que se había abandonado en las llamadas vacaciones. Parece como un juego endiablado que no termina de aclararse nunca. Que busca un orden de vida y que en el momento en que lo tiene le falta tiempo para cambiarlo, como si la vida no fuera más que un laberinto en el que hay que andar empezando continuamente y no termina uno nunca de resolver un esquema que pueda considerar definitivo. Tiene también su punto positivo el hecho del cambio de vida de vez en cuando. Es importante que aprendamos que no hay una fórmula de vida que sea la mejor ni la definitiva con lo que forma parte del proceso educativo el modificar las secuencias de vida y hacer que aprendamos a comportarnos con distintos procesos de dominio de espacios y de tiempos y a través del desarrollo de esas fórmulas distintas y vayamos conociendo y asumiendo nuestra propia capacidad de adaptación en situaciones variadas.


         Con esto no quiero para nada justificar las distribuciones de tiempo a las que se les somete a los pequeños a lo largo del curso. Muchas veces no se puede decir que estén planteados para la mejor adaptación de los pequeños sino que se divide y se distribuye en función de fórmulas temporales completamente al margen de las condiciones que los ritmos de vida de los pequeños necesitarían. En cualquier caso también es cierto que ahora el segundo trimestre no va a resultar tan problemático de encauzar porque ya han pasado unos meses de hábitos en los que los pequeños han podido asumir una forma de comportamiento y unos ritmos de actividad suficiente para haber logrado una cierta ordenación mental de lo que puede significar una jornada de trabajo en grupo. Hemos tenido ocasión de comentar aspectos que hemos considerado importantes de una hipotética programación marco que no obedece a más criterio que el del recuerdo de este maestro que os habla, empeñado en dar luz sobre la vida de los pequeños y sobre las implicaciones en sus vidas de los adultos que los rodean. 


8 comentarios:

  1. Estimado amigo, estos son mis deseos para este año 2015: Amor, Paz, Salud, dicha, Prosperidad y sobre todo que nos mantengamos siempre unidos.
    Feliz año.
    Un abrazo desde Venezuela.
    (¯`v´¯)
    `•.¸.•´
    ¸.•´¸.•´¨) ¸.•*¨)
    (¸.•´ (¸.•´ .•´¸¸.•´¯`•-> SOYPKS

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  2. Interesante. Es fundamental encontrar "ese" orden...

    Un cordial saludo
    Mark de Zabaleta

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  3. Manuel Ángel Puentes12 de enero de 2015, 0:25

    Mi percepción es que el regreso de las vacaciones de Navidad es el más duro en los niños mayorcillos de la escuela (cuatro y cinco años). Mientras en las vacaciones de verano ya tienen ganas de volver a encontrase con sus amigos, con sus espacios (no sólo los escolares, también los familiares si han salido de vacaciones) y con sus horarios; y de las de Semana Santa vuelven tan pronto que apenas han tenido tiempo de acomodarse a una festividad que poco sitio tiene para los niños (la Borriquilla y los facundillos en Granada); en las de Navidad se han encontrado con un protagonismo central (como mucho se pierden las uvas), los reencuentros familiares les han rodeado de muestras de cariño, y para colmo llegan a la escuela con los regalos de Reyes recién abiertos, por lo que les apetece más seguir en esa burbuja de felicidad hogareña que retomar el ritmo escolar.
    Yo este momento lo asumo como un nuevo período de adaptación, si bien es más breve porque las conexiones sociales se restablecen rápidamente.

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    1. Como siempre tus opiniones son como una guía clavada en el acontecer diario. Me doy cuenta, supongo que de manera inevitable, cómo mis palabras se alejan de la palpitante actualidad y se adentran en la nube de los principios. Por eso cada semana agradezco tu aportación. Gracias una vez más, amigo

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  4. un tanto derrotista, este estereotipo de vacaciones ergo desorden...
    Ponemos orden?
    quitamos vacaciones como derecho?
    abrimos los ojos?
    No sé. En mi opinión, lo que aquí se plantea es dos cosas perfectamente compatibles. Sin renunciar a una en favor o desfavor de la otra.
    Un abrazo

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    1. Por supuesto que no se trata de quitar vacaciones como derecho de los trabajadores pero ciertamente que las necesidades de los pequeños, que son los que yo conozco se ven directamente zarandeadas en su esquema vital y eso es un problema para sus vidas. No sé cómo afectará en otros sectores pero en los pequeños me quedo claramente corto. Un beso

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