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domingo, 4 de mayo de 2014

CRUZ

        
         No quiero atormentaros con la imagen arcaica de este que os escribe vestido de gitano y con otra edad. Lo traigo a colación para que quede patente la costumbre de disfrazar a los pequeños según los motivos festeros de la época: pastores en Navidad, penitentes en Semana Santa o de gitanos en el Corpus o el día de la Cruz, fiestas grandes en Granada. Siguen viéndose hoy  muchos niños por la calle disfrazados para la ocasión. Antes no eran tantos pero, como en mi caso, no faltaban. Puedo asegurar que no tenían una relación directa con el poder económico. Sí, en cambio, con la predisposición que se le viera al menor y conque cerca hubiera alguna persona dispuesta a lucirlo y a lucirse con él.

         Normalmente el ceremonial de encontrar la vestimenta adecuada, las pruebas y más pruebas cuando había que hacer el traje a medida, hoy ya suelen encontrarse confeccionados de todas las tallas, y el aderezo de los complementos y el maquillaje adecuado, hacía que la persona destinataria se sintiera importante y admirado durante el tiempo que se necesitaba para el equipamiento y luego, una vez vestido, con la presentación a familiares, amigos y conocidos. Yo lo vivía con ilusión, consciente de que todos los ojos iban a estar puestos en mi y que ese día íba a ser, en cierto modo, el reyes del mambo. La duración era indeterminada, dependiendo de la paciencia del menor para dejarse traer y llevar por los adultos a su alrededor, que eran y siguen siendo los verdaderamente importantes y necesitaban mostrar su obra como motivo de admiración de la simpatía y el agrado del menor para lucirla, pero, sobre todo, de ellos,  capaces de presentar una obra de arte en pequeño para su propio lucimiento personal. El final de totas estas historias estaba lejos de cualquier tipo de lucimiento. Solía terminar  con el pequeño dormido en brazos de alguien, incapaz de soportar tanto rato de lucimiento  o con una barraquera impresionante porque se había cansado de tanto traje y no se podía cambiar hasta que no volviera de nuevo a casa.

         A lo largo de mis años de experiencia de lucimientos puesto que fui vestido de casi todo y de casi todo tuve ocasión de cansarme después del lucimiento correspondiente, los familiares que se habían dedicado a mí en cuerpo y alma para poder lucir sus facultades a través del disfraz que en cada caso me encasquetaban, terminaron de pasar por completo de mi cuando pasó el tiempo, ay,  siempre tan breve, y  dejé de ser un niño gracioso y manejable, capaz de dejar en buen lugar a cualquiera que se me acercara a ofrecerme un poco de atención. Conocí el valor de la cultura popular y participé desde una posición privilegiada del contenido de las fiestas más importantes y participativas. También tuve que morder el polvo y convencerme de que en realidad yo les interesaba muy poco y que lo que buscaban era su lucimiento personal y para ello me utilizaban a mí. O sea, que yo no era más que el monito de feria que llevaban aquí o allá para que les sirviera como tarjeta de presentación de sus capacidades para convertir a un  simple niño graciosillo y necesitado de afecto y de atención en alguien a través del que ellas manifestaban sus capacidades.


         Con el paso del tiempo he vivido estas secuencias con sentimientos muy distintos según las épocas de mi vida por las que transitaba. He sido capaz de gozar en los momentos en que se producían, viendo la cantidad de gente que me miraba y que yo creía que me valoraba, supongo que por la necesidad que tenía en esos momentos, de ser el centro de atención de los mayores. Con mis rebeldías juveniles viví también el rencor de haberme sentido el objeto a través del que mis familiares se daban importancia sin que yo les importara más que como vehículo a utilizar en su propio beneficio. Hoy, con el paso del tiempo, veo las distintas sensaciones con cierta ternura.  Me siento un poco al margen aunque me reconozco en cada etapa, las asumo como propias y sé que me configuran.


9 comentarios:

  1. Esa emoción de disfrazarse para siendo uno mismo dejar de serlo es deliciosa y una suerte poder conservarla, ya sea de la mano de manifestaciones culturales o de fiestas para la ocasión.

    (que salado estás)

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  2. ¡ Cuanta riqueza nos aportan fiestas como estas!!! ole

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  3. Pues buena era mi Alba como para no vestirse adecuadamente el día de la Cruz o asegurarse al menos un día de Feria en el Corpus, por más que los sosos de sus padres prefiriéramos desaparecer de Granada esos días festivos.
    Y tanto le sigue gustando, que una de sus ocupaciones es la de impartir clases de flamenco.
    Desde luego, no ha salido a sus padres en eso.

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    1. Pues ni falta que hace que tenga que salir a sus padres en todo. Me parece muy bien por ella y desde luego estoy seguro que le permitís que se explaye y que sea todo lo folclórica que le dé la gana. Mi experiencia es que me sentía manipulado. lo vi muy pronto. a mi me gustaba, sobre todo por concentrar la atención de los adultos, que se ve que es lo que necesitaba, pero pronto me di cuenta de que lo que yo quisiera importaba poco. Las consecuencias han sido amargas, pero así termina uno de catedrático. Un abrazo

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  4. Hola Antonio.¡ Y la ilusión de los niños al sentirse protagonistas!
    Aquí en Valencia también se pone la Cruz de Mayo.
    Sabes que estás muy guapo en tu fotografía de niño.
    A mi me encantan las fotografías antiguas, bueno tampoco hace tanto tiempo que éramos niños, lo que pasa es que los años pasan volando.Yo a veces me siento como una niña, por ejemplo cuando estoy con mi nieta.
    Recibe un abrazo desde Valencia, Montserrat
    .

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  5. Antonio ... interesante relato y precioso el baile del video.

    ¡¡ maravilloso todo !!!

    un beso

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  6. Siempre es una gran ilusión que motiva a los niños a saber comportarse en estas celebraciones...

    Un cordial saludo
    Mark de Zabaleta

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  7. Hola Antonio, pues verás yo nunca me he disfrazado, en mi casa no había esta costumbre, pero lo tendrían difícil si me hubiesen querido disfrazar, pues era una niña muy rebelde. Cuando decía No, nadie me movía .Estas muy guapo en la foto.
    Gracias
    Un abrazo
    Sor.Cecilia

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  8. Confieso que he sido muy folklórica y he vestido a mis hijos con el concebido traje de flamenco y de gitana en la feria. En Navidad, según el papel que le daban en el pequeño teatrillo del colegio y en el Carnaval iban cambiando de personaje en los distintos años.

    Besos

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