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domingo, 23 de marzo de 2014

PRIMITIVO


         La última imagen es de esta misma mañana. Mientras hacía mi caminata de cada día, a la altura del kilómetro cuatro, en el Paseo de la Bomba hay dos pequeños parques muy coquetos, aderezados para edades distintas y lindando uno con otro. Como domingo de primavera, aunque un poco fresco pero soleado, llenos a rebosar. Y, francamente, resultan gratos. Los colores son vivos, los elementos adecuados y el espacio rodeado de una valla segura. Los pequeños usando todos los elementos y sus familiares mirándolos gozosos o ayudándoles a subirse y bajarse. En principio todo bien.

         Yo debería quedarme satisfecho con semejante espectáculo y pensar que las cosas se hacen cada día mejor y que estos pequeños están gozando mientras juegan y se sienten seguros con los elementos adecuados para ellos y con sus familias cerca y ayudándoles en lo que necesitan. Pero no me quedo satisfecho. Es más, mientras termino de recorrer los kilómetros que necesito para completar mi ejercicio añoro un trozo simple de tierra para ellos, un charco o un canalillo de agua, algún tronco humilde por allí cerca para poder subirse o bajarse libremente… Seguramente muchas más cosas simples a su alcance y a su disposición pero con las que he mencionado es suficiente para argumentar lo que quiero aportar hoy. Antes quiero valorar en su justa medida el esfuerzo público de dotar a la ciudad de espacio como el que he descrito que sin duda tienen un valor importante y permiten el acceso y la garantía de una serie de ejercicios a los que se ven abocados los pequeños que lo visitan. No quiero ser desagradecido y lo que tiene valor hay que reconocerlo y yo lo hago con nobleza.

         Un trozo de tierra o un arroyuelo de agua es demasiado simple pero tiene, al parecer, demasiado riesgo y se convierte en algo peligroso. Por muy atractivo que sea cualquier elemento preparado para los pequeños, ni punto de comparación con sacar un poco de tierra con sus manos o meterlas en agua y amasar el barro por el puro placer de hacerlo. Ni siquiera quiero insistir porque no tengo más que invitar a quien quiera experimentarlo a que haga la prueba y podrá comprobar hasta qué punto es verdad lo que digo. Entiendo de todas formas, cómo no, que permitir a los pequeños ese primitivo y universal manoseo implica  poner en jaque toda la cultura en la que nos desenvolvemos. Desde la vestimenta apropiada hasta el concepto de limpieza saltan completamente en pedazos y tendríamos que aprender de nuevo a propiciar en los pequeños  posibilidades de que estuvieran en contacto con los elementos más simples de la vida y permitirles que interactuaran con ellos para protagonizar los cambios elementales sobre los que se edifica el conocimiento. Si el hecho de que falten estas posibilidades en la ciudad es problemático, el que falten en la escuela, que es el espacio vital por excelencia para los pequeños me parece decisivo.


         No hay más que pasarse por cualquier centro educativo y comprobar que es el cemento el rey sin duda alguna. Puede que algunos árboles de sombra también en las orillas y las vallas, con suerte, una hilera de cipreses recortados a una altura prudente para aislar a los pequeños de la calle y a la calle de ellos. Los espacios más grandes, completamente diáfanos, con base de cemento y seguramente con unas señalizaciones para practicar algún deporte concreto. De modo que la mayor cantidad de los espacios de juego los ocupan una exigua minoría que lo practica y que compite mientras la gran mayoría se ha de conformar con mirar o con utilizar las migajas del espacio para algún otro juego marginal que se le ocurra a alguien y que no se considere peligroso o molesto. Ya he leído que los teóricos andan poniendo en cuestión esa desproporción brutal de que la mayor parte de los espacios libres los ocupen unos pocos mientras que la mayoría viva de las sobras. Repito que lo que se ofrece no me parece mal y sé que supone esfuerzo y dinero, pero sí me parece injusto porque sólo piensa en unos pocos mientras que la mayoría se queda a dos velas.

4 comentarios:

  1. Muchas veces lo más sencillo es lo mejor...Michel Schumacher (no el de la F1,...el economista) escribió "Small is beautiful" (Lo pequeño es hermoso...), un verdadero alegato a la simplicidad!

    Un cordial saludo

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  2. Cuando empiezas a hablar de esa zona de esparcimiento en el paseo de la Bomba, creía que ibas a referirte a que ese espacio estuvo ocupado por el tranvía-biblioteca...

    He compartido contigo la defensa de los elementos naturales: agua, tierra, aire (¡e incluso fuego!) como materiales básicos en la formación de una persona vinculada al medio ambiente.
    Aceptemos que esas materias blandas y coloridas para atenuar golpes sean una forma lúdica de reutilizar neumáticos. Aceptemos que las personas que llevan a los niños a los parques pretenden luego seguir el paseo o montarse en un vehículo sin que el niño vaya embarrado. Aceptemos que en los pisos no hay lugar para que los niños puedan ensuciarse al experimentar con el barro, las plantas, las comidas, los colores... Pero me niego a aceptar que en las escuelas no haya ese lugar, ese tiempo y esos materiales donde el niño pueda pringarse con la tranquilidad de que también está previsto un tiempo, un espacio, un material y unos adultos sensibles que sabrán ayudarles a que recuperen la limpieza que necesitarán para otras actividades como comer o dormir.
    Creo que una seña de identidad de nuestras escuelas es que cuando un niño sale de la jornada con el mismo aspecto pulcro con que entró, los familiares nos van a preguntar preocupados si el niño está enfermo.

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  3. Después de tantos años trabajando en la misma institución creo que no tenemos que argumentar demasiado para decir que estamos de acuerdo en la necesidad que tienen los menores de tocar los elementos esencia<les de la vida, manipularlos y construir su conocimiento a partir de ellos. Quiero, además, enviarte ánimos para que superes el revés físico de la reciente intervención que espero y deseo que te lleve a valorar la vida más si cabe. Un fuerte abrazo, amigo

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  4. Vaya, ya veo que las noticias vuelan. Sí, estoy de baja y a la espera de unos análisis de los bultos que me han extirpado. Espero volver pronto a la escuela. Gracias.

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