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domingo, 3 de noviembre de 2013

OTOÑO


         Volvemos de nuevo a la escuela con el fin de seguir un poco el hilo temático en el que se pueden estar desenvolviendo los grupos. Cuando uno ha tenido una larga vida profesional, la verdad es que puede hablar como de épocas distintas. Me gusta ahora rememorar los últimos años en los que tenía la responsabilidad de dirigir la escuela y sólo tenía contacto con los niños mientras estaban en el patio y para algunas actividades concretas que los compañeros me aceptaban.

         Un año me emperré en hacer vendimia y a partir de ahí, todos los años hicimos vendimia hasta mi jubilación. Nos traían una caja de uvas y en un barreño en el patio los más atrevidos se lavaban los pies y se metían en el barreño a pisar la uva. Lo más que logré es que pisaran siete. A los demás decían que les daba asco aunque  lo cierto es que no se apartaban del corro y no se perdían ni un detalle. El primer año guardamos el zumo en la clase y lo vimos fermentar día a día, con los mosquitos revoloteando por el cuello de las botellas. A los tres meses pretendíamos probar el mosto pero se nos avinagró y nos informaron que la temperatura de la clase no era la adecuada. A partir de ahí, los años siguientes lo que hicimos fue escurrir el zumo recién pisado y bebérnoslo en el momento. El color era feísimo y nos tiraba para atrás pero en cuanto lo probábamos  nos sabía a gloria. Duraba muy poco porque, la cola de los probadores aumentaba y la cosecha se terminaba en un rato.

         Había tres caquis en el patio y por esta época estaban en su punto. Traía de la cocina cucharillas y me ponía a vender caquis como si llevara un carrito con las chuches. Se hacían un poco los remolones antes de pedirme una cucharada, no sé si porque no terminaban de creérselo o por qué. Al final siempre había algún valiente que se echaba la cuchara a la boca y ese arrastraba a los demás. No tenía ningún criterio sistemático. Podíamos empezar a repartir caquis en cualquier momento. Si el tiempo estaba como este año, por ejemplo, que todavía no ha empezado a llover en serio ni a hacer frío, cualquier día podía ser bueno para el reparto porque había mucho rato de patio. También teníamos un nogal y podíamos dedicarnos a coger nueces y pelarlas para comernos la carne que se guardaba dentro hasta que más de uno terminaba con las manos negras de la grasa de la piel. Muchas estaban podridas, pero siempre había suficientes en buen estado para que mereciera la pena el esfuerzo. Castaño no teníamos pero algunos traían castañas de su casa y hacíamos potaje de castañas a fuego lento y asando primero las castañas, pelándolas después y echándolas en un recipiente cubierto de agua con una rama de canela y azúcar al gusto. A pesar de lo laborioso no les solía gustar mucho. Lo mismo hacíamos con los membrillos y con los boniatos, unas veces mezclados y en trozos y otras separados en forma de carne de membrillo o de boniato.


         El colofón era la FIESTA DEL OTOÑO, ya en la segunda quincena de noviembre. Se montaba un fuego en el centro del patio y todos nos poníamos alrededor. Asábamos castañas que luego quemaban mucho aunque terminábamos comiéndonoslas. Se montaban en el patio una serie de mesas en las que se presentaban los frutos de otoño que cada familia aportaba y allí nos pasábamos toda la mañana calentándonos y comiendo lo que a cada uno le iba apeteciendo. Ese día la comida formal no era más que el postre y poco más. Lo que cada uno quisiera  porque ya solían ir llenos cuando se sentaban a la mesa. La fiesta del otoño se sigue manteniendo en las cuatro escuelas que tenemos en Granada capital y del resto de los rituales de otoño supongo que estará ligado a las apetencias de los compañeros. No siempre tiene uno ni la gana ni las oportunidades de complicarse la vida. Lo que sí afirmo es que aquellas sesiones eran inolvidables.

7 comentarios:

  1. "Otoño llegó,
    marrón y amarillo,
    otoño llegó
    y hojas nos dejó"
    Cuando el viento golpea a los plátanos de sombra de nuestro patio una lluvia de hojas nos hace entonar su canción y nos sugiere la posibilidad de ir a patear más hojas de plátano al cercano Paseo de la Bomba, o de castaños de indias al bosque de la Alhambra, entre las fuentes del Pimiento y del Tomate. Por cierto, no he encontrado ni una sola referencia a la razón del nombre de estas dos fuentes.
    Un cuento para el otoño: "Pedro y su roble"; cuando se lo leí la semana pasada a los niños de tres años, acabaron aplaudiendo.

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    1. Qué gusto mantener este contacto tan vivo con la realidad de hoy y con las palmas de tus niños al escuchar el cuento de Pedro y su roble.Sé que con la jubilación he ganado cosas que venía deseando desde hace mucho tiempo como por ejemplo mi conexión con la discapacidad, que la vida de mi hermano Paco me venía demandando desde hacía bastante, pero también es verdad que he perdido otras y esta que tú representas del contacto directo con los pequeños hoy mismo es una de ellas. Por eso me resulta tan rico que intercambiemos comentarios, amigo. Un abrazo

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  2. el Otoño es, sin más, la Fiesta de los sentidos.
    los pormenores de tu relato, que trasciende entero el ámbito escolar, son inequívocamente la tentación de aromas, colores, texturas y sabores.
    Sabes, está el aire tan inundado de otoños, que la boca se nos hace agua y, por elegir una de las delicias tentadoras, sin duda me quedo con la exquisitez de las castañas asadas. Inenarrable, Antonio.
    ¿Ejercerá alguna influencia positiva tu (mí) decisivo Noviembre...?
    En esas estamos, en esas...
    Besos

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    1. Hoy me apetece responderte por aquí porque tu comentario me resulta refrescante para la mente. Es verdad que estamos hablando con el otoño de la fiesta de los sentidos. También me resulta una imagen ambivalente porque por una parte muere una campaña, las hojas se caen y todo queda desnudo pero a la vez es imposible concebir el hambre en otoño cuando se ve tanta fruta sobre los árboles y sin nadie que la coja. Siempre recuerdo cuando recorríamos las calles de mi pueblo con una banasta de madera y decíamos: LOS ANGELOTES, DEL CIELO VENIMOS. UVAS Y MELONES, DE TODO PEDIMOS a gente nos llenaba la banasta y nosotro nos pasábamos dos días y una noche en el campanario de la Iglesia tocando a muerto cada media hora el uno y dos de noviembre. Un beso

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  3. Hola mi estimado amigo, que gusto pasear por aquí. No pienses que te olvidé, es que casi no queda tiempo para bloggear, tengo full trabajo y los fines también en casa. Ven a visitar mi rinconcito cuando gustes.
    Te abraza esta amiga de Venezuela.
    ♥♥♥SOYPKS♥

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  4. Hola Antonio !

    Que lindo lo que cuentas, me trae recuerdos gratos y para no olvidar nunca.
    Este viernes mi nieta celebra en su colegio- la Fiesta De Otoño, con el asado de castañas- cada niño ha de llevar 12 castañas :) que luego se asaran para regocijo de todos y todas y a pasarlo chacho que para eso esta la vida.
    Fiesta al fin de cuenta, eso es lo que cuenta y que los niños se lo pasaran bien, los mayores también :)
    Viva Noviembre, Viva el Otoño querido Antonio, gracias por tu linda entrada y por tus hermosos recuerdos.

    Un fuerte abrazo y un beso de otoño ( nada otoñal :)

    Aurora

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