Dos
cuestiones hoy, cada una de ellas con entidad suficiente como para cubrir más
de un artículo, pero que necesito agrupar para no perder el punto de actualidad
que hoy tienen, cada una por sus propias razones y ambas referidas al tema que nos
ocupa cada semana.
En
nuestro anterior sobre el barrio, Manuel Ángel, desde su trabajo cotidiano, nos
hace una observación que no quiero pasar por alto sobre la seguridad que hoy
exigen las familias. Es evidente que cada vez que se sale a la calle o de viaje
con pequeños, hay que preocuparse por la seguridad. Esto ha pasado siempre y en
buena hora puedo decir que he terminado mi hoja de servicio sin ningún
incidente grave que destacar. Lo que también es cierto es que cada día las
familias están más preocupadas por la seguridad y hay veces en que tanta
insistencia llega a cuestionar y hasta anular alguna de las iniciativas que se
proponen desde la escuela. Hay que sopesar si no nos estaremos pasando con
tanta seguridad en detrimento del contenido de la vida que, mucho o poco, siempre
implica un riesgo. La eliminación total del riesgo puede suponer al mismo
tiempo la eliminación de una serie de iniciativas muy importantes para el
desarrollo. Estoy seguro que muchas de las actividades que hemos propuesto en
otros tiempos serían impensables hoy en día por deficiencias de seguridad. Es
posible que en su día hubieran necesitado más, no lo discuto. Lo que sí digo es
que las vivimos, superamos la prueba y las vivencias tuvieron su efecto
positivo. A lo mejor también se puede cuestionar tanta seguridad para qué.
Puede
que ligado con la seguridad, aunque con otros componentes por supuesto, leo en 20minutos
nuevas revelaciones sobre la muerte de JonBenet Ramsey, la niña reina de
belleza asesinada a los 6 años de edad en el trastero de su casa de Boulder,
COLORADO, en diciembre de 1996. Y lo saco hoy de nuevo porque en su día fueron
sus propios padres los acusados de asesinato y todavía el caso anda en los
tribunales sin resolver después de tantos años. Mucho más reciente tenemos aquí
en España la tragedia de los hermanos Bretón en la finca de Las Quemadillas de
Córdoba con 2 y 6 años, víctimas de su
propio padre, y en estos últimos días
todavía se está investigando el de Asunta, la niña de 12 años de Santiago de
Compostela. Son informaciones que me parece que tenemos que conocer y valorar
para darnos cuenta de que los menores, en tanto que menores viven siempre
sometidos a niveles de riesgo inevitables y que por supuesto que unos están
ligados a la escuela en donde pasan mucho tiempo y en donde realizan una serie
de actividades que suponen en algunos casos peligros evidentes para su
integridad y precisan sin duda unos niveles de seguridad suficientes como para
que se desenvuelvan seguros y confiados. Nada que discutir al respecto
Pero
los datos que aportamos nos dicen que no es sólo de la escuela de donde les
llegan sus niveles de riesgo y que, aunque afortunadamente son casos
excepcionales y muy raros, los ámbitos familiares también los someten a
inseguridades tan cercanas como que están protagonizadas por sus familiares más
directos y sin embargo parece que la sociedad no se preocupa en la misma medida
por establecer algún tipo de barreras de comportamiento o de algunas medidas de
protección que les dificulten correr riesgos innecesarios. Tampoco sé si sería
posible en realidad, incluso puede que ni conveniente. Lo que sí me sorprende y
por eso saco el tema, es si no se estará cargando demasiado las tintas de la
seguridad en la institución escolar y que sea ella la que tenga que aportar
todos los certificados de seguridad habidos y por haber para los niños cuando
no es en la escuela precisamente donde los niños alcanzan las más altas cotas
de riesgo para sus integridades físicas ni para su desarrollo educativo.
Recuerdo muy bien el caso de JonBenet Ramsey,
aquella niña diva que ganaba todos los
concursos de belleza a los que su familia la presentaba. La escuela nunca
podría hacer tal cosa con un menor.