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domingo, 22 de septiembre de 2013

EXTRAÑO


         Recuerdo el día que salí de mi casa familiar con mi compañera de la mano camino de la vivienda que, a partir de entonces, íbamos a compartir los dos.  Llevaba diez años ya viviendo en casa de mis padres a retazos. Primero sólo en vacaciones del internado y después ni eso. Casi era un invitado. Llegué a instalarme en una habitación que nunca se había usado para otra cosa que para almacén y que siguió siendo almacén una vez que yo la desalojé. Un altillo al que se accedía a través de unas escaleras imposibles. Tuve conciencia de que allí terminaba una época de mi vida y empezaba otra  y lloré con sentimiento mientras subía por la calle hasta torcer la esquina.

         Cuando los niños llegan a la escuela por primera vez saben muy poco de lo que se van a encontrar y no tienen conciencia de que el cambio que van a experimentar es definitivo y no tiene vuelta atrás. Muchas veces apenas se les ha hablado de la escuela, de lo que se van a encontrar allí, de los amigos que van a conocer y del nuevo estilo de vida al que se van a tener que acostumbrar. Casi ninguno ha podido ver su escuela con antelación. No sabe, por tanto a donde va cuando su familia lo deja en la puerta el primer día. Las escenas de pánico que presenciamos al comienzo del curso se nos presentan casi con ternura, como si se tratara de algo de menor importancia y como inevitable. Algo que debemos asumir e incorporar a la normalidad de ese día porque tiene que ser así. Como si no se estuviera jugando en ese primer día toda la conciencia de los niños sobre la institución escolar que quedará grabada para siempre. No se trata de querer dramatizar pero es que la realidad es sencillamente así y tiene remedio como casi todo en la vida, pero hay que ponérselo para que la experiencia primera pueda ser otra.

         Ya hemos aportado algunos datos como visitar el recinto donde va a vivir, el mobiliario con el que se va a encontrar, conocer a la persona  que lo va a tutelar, hablar con ella, que se conozcan por su nombre, que esa persona le diga las cosas que van a hacer…, que se familiarice con lo que va a ser su nueva vida. Tiene que conocer algo tan simple pero tan determinante como que cuando se quede por la mañana no significa que su familia lo haya abandonado y se vaya a olvidar de él para siempre, sino que luego después va a volver a recogerlo y a llevarlo de nuevo a su casa, a la de siempre, a la que él conoce y en la que vive y come y duerme cada día. Puede que resulte chocante pero todo lo que comentamos está en la cabeza de los pequeños a la hora de la separación por la mañana y actúa en su interior y es capaz de arrastrarlo hasta niveles de verdadero pánico, el mismo que vemos reflejado en muchos de sus rostros. Tampoco está de más que algún día, sobre todo el primero, en vez de dejarlo toda la jornada se le deje un rato y se le recoja antes para cortar su ansiedad por la sensación de abandono.


         No quiero actuar como el señor sabelotodo y ofrecer un corolario de medidas a tomar para conseguir que los pequeños accedan a la escuela sin dolor. Sería demasiado pretencioso por mi parte y falso. Cada cambio profundo que se produce en nuestra vida, y este de la incorporación a la escuela lo es sin ninguna duda, produce dolor aunque sólo sea por la incertidumbre de lo nuevo. No tiene nada de extraño, por tanto, que haya un rechazo, sencillamente por la resistencia a cambiar. Lo que no quita para que nosotros, siendo conscientes de esta realidad, ofrezcamos al pequeño la mayor cantidad posible de datos y conocimientos para que ese cambio se realice en las mejores condiciones posible para el menor y con el mayor nivel de información sobre la nueva vida y sus mejoras, que la pueden hacer apetecible.

4 comentarios:

  1. Lo has sabido expresar muy bien !
    Gran Sonata de Beethoven...

    Un cordial saludo
    Mark de Zabaleta

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  2. Es verdad: todos hemos coprotagonizado más de una y más de dos...veces esas escenas pavorosas en ocasiones de la entrada 'triunfal' de nuestros propios hijos/nietos en la Escuela. En su, como explicas, va a convertirse por un tiempo en hogar, dulce hogar. Sin embargo, algo debe tener de balsámico, o de milagroso, la escuela, que el pánico inicial que produce en buena parte de los niños, no en todos, bien es cierto, al cabo de unas jornadas se va diluyendo hasta desaparecer y convertirse en un ejercicio práctico que incluso les crea placer. Si tan insuperables fueran esos pánicos, y esos rechazos, mal del todo harían los padres incidiendo año tras año en llevar a sus hijos a su segunda casa. También es cierto que la inmensa mayoría de adultos recuerdan como muy gratas sus primeras experiencias escolares y muy pocos son los que las desaprueban porque les hayan resultado trauma invencible.

    Ahora que estamos en pleno comienzo de curso escolar, me viene a la mente ese impulso de ggritar, como tantos, tantos, tantísimos años, ¡viva la Escuela! ¡viva la escuela Infantil! Y que no nos la carguemos más de lo que mucho elemento en contra amaga con cargársela.

    Besos

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  3. Querido Antonio !

    Yo recuerdo mi primer dìa de escuela como una separación - pero tambien recuerdo con inmenso cariño que a los dos dias de estar en escuela ya tenia mi noviete :) un niño de 5 años como yo- recuerdo que estaba yo en el recreo jugando y unos niños me tiraron de la bufanda que tenia pompones blancos, entonces como el caballero que salva a su dama aparecio Eduardo empujando a estos niños y diciendoles que dejen a una niña en paz !
    asi como te lo cuento Antonio, ese niño fue mi primer amor de infancia y de juventud- siempre recuerdo esto con mucho cariño, mucho amor y ahora me lo has hecho recordar tu. Pues si, lo que era una separacion el primer dia a los dos dias se convirtio en un no quiero dejar la escuela NUNCA mientras este Eduardo ahí :) ademas resultaba que su mamà era la profesora ( luego fue la mejor amiga de mi madre con los años )
    Y recordando separacion escolares, tambien la de mi nieta de 5 años, que no lloro ni armo lio ninguno, le habias explicado lo del cole y que luego la pasabamos a buscar, si bien es cierto que lo hicieron muy bien en el colegio, los niños que empezaban ( tres años ) iban de a poco, el primer dia una hora, el segundo dos horas y asi durante una semana para luego quedarse todo la jornada- mi nieta lo experimento de maravilla. Mi hija no queria ir al colé y yo opte por mandar cuando al año siguiente, la verdad no perdimos nada, al siguiente año la niña fue feliz de la vida y asi siguio hasta terminar su carrera, es decir, llego a tiempo igual .
    Mira que te estoy contanto y contando cosas, y tu hablas
    muy bien, las separaciones pueden ser dolorosas y un verdadero problema- Pero afortunadamente hoy en dia en los colegios públicos se hacen poco a poco ( no asi en los privados )
    Bueno Antonio no te voy a decir aque me disculpo por alargarme porque se que no te gusta, entonces te digo gracias por estar ahí y ser tan claro como el agua y tan buen educador.
    Te envio los abrazos mas grandotes que te imagines ( como anda tu imaginación ? :)
    Y los besos mas sabrosos que puedas querer.
    Cariños

    Aurora

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    Respuestas
    1. Estas peroratas que tengo el placer de leer salidas de tu coco tal y como se forman, con la misma frescura, con la misma espontaneidad y con la misma complejidad con que fueron concebidas es algo que me entona, que me levanta el ánimo y que me da a mi también, parte de la frescura que albergan. No te cortes, por dios, dale cuerda a tu discurso y déjalo que fluya como si fuéramos paseando por María Pita en La Coruña o frente al mar sin mirar a ningún lugar concreto pero con todo el tiempo del mundo. Un beso fresco

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