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domingo, 28 de abril de 2013

CALLE



         Ya el insigne Jorge Manrique recordando la muerte de su padre hace unos cuantos  siglos nos hacía ver que “a nuestro parescer, cualquiera tiempo pasado fue mejor”. Seguimos hoy con ese empeño, con esa mentira que nos oculta cuando hablamos de antes como bueno, que lo que queremos decir es que antes éramos jóvenes y nos sentíamos poderosos y protagonistas y ahora añoramos aquella sensación porque la hemos perdido y que ya no protagonizamos nuestra vida, pero nada más.

         Podemos hacer el experimento porque es muy fácil. No hay más que recorrer cualquier calle de ciudad a media mañana y dedicarnos, por ejemplo, a contar los niños que vemos. Rápidamente nos daremos cuenta de que no hay niños. Si acaso, raramente veremos grupos organizados de alumnos, que no es lo mismo, dirigidos y organizados por sus maestros, dirigiéndose a un lugar concreto para un cometido concreto: visitar un monumento concreto, asistir a una proyección concreta, participar en un acto concreto…. Con el tiempo tasado. Salieron del colegio a una hora y deben estar de vuelta a otra. Si es fuera del horario escolar sucede algo parecido porque en las calles hay espacios acotados para que los menores experimenten sus ejercicios musculares en espacios acotados y con instrumentos preparados para ese efecto. Todo ese corsé al comportamiento infantil tiene, sin duda, un aspecto positivo ligado al cuidado por la seguridad y por intentar responder a lo que se considera necesario para el desenvolvimiento muscular. Yo creo que esto es verdad.

         Pero parémonos ahora un momento. Yo he salido con mi grupo muchas veces…, a nada. A dar una vuelta. A perdernos por las calles, a mirar a la gente, a pararnos con cualquier yerba que brota desde el asfalto o desde los adoquines, a mirar los árboles ahora en Abril, cómo les van creciendo las hojas, cada uno con su forma diferenciada. Otros que no se les han caído porque son de hoja perenne. A pararnos delante de las tiendas o a entrar y preguntar cuánto valen las manzanas. A ver lo que se vende en una tienda de deportes o el parecido entre los zapatos que llevamos puestos y los que se ven en el escaparate… A caminar siguiendo la línea recta de las losetas de la calle o estableciendo un camino en rombo que nos lleva de lado a lado, pisando sobre cada una de ellas o pisando en losetas alternas… Dándonos, en definitiva, un atracón de calle y siendo miembros activos de ella, piezas de todo ese conjunto variopinto que forman desde los abuelos que pasean sus achaques hasta los árboles que ocupan las orillas o los autobuses que nos desplazan de un lugar a otro porque las distancias son demasiado grandes para hacerlas todas andando.

         Y después volvemos al colegio con todo el bagaje que hemos ido acumulando a la vez que contrastamos puntos de vista sobre lo visto y sobre lo que nos dice lo visto a cada uno y comparándolo con cualquier otra vivencia parecida que nos pudo suceder otro día cualquiera,  bien solos o en compañía de nuestro familiar o amigo…. Pues eso también es la vida y puede suceder en cualquier lugar si queremos que suceda porque no puede ser más sencillo. Quizá es tan sencillo que no sabemos valorarlo como lo mejor, tan embebidos como andamos en conseguir muchas cosas, sin darnos cuenta de que la prisa no nos lleva más que a alejarnos de nosotros mismos. Seguramente tenemos que entender que lo importante, tanto en educación como en cualquier otro orden de la vida siempre está cerca, probablemente dentro. Desgraciadamente no suelo ver grupos de alumnos paseando por las ciudades o por los espacios urbanos en general, sencillamente por el placer de reconocer los distintos espacios y por gozar del aire libre, aunque tenga que ser un poco contaminado como lo fue siempre. Suelo sintetizar esta actitud diciendo que los niños deben aprender a mirar las moscas, las mariquitas o el vuelo de las golondrinas y los vencejos porque ahí es donde se encuentran los principales conocimientos que deben adquirir.

8 comentarios:

  1. Buenos días Antonio.
    Que bueno aprovechar la salida con los alumnos o los hijos, para enseñarles a prestar atención as las pequeñas cosas.
    Escuchar el canto de los pájaros.
    Hay tantas cosas que observar en la calle y los jardines, cualquier flor, cualquie anciano sentado en un banco, una fuente, o distraerse observando los coches y adivinar su marca.
    Hoy he madrugado y puedo ir visitando algunos blogs, es que el tiempo se me come, tengo tantas tareas que hacer.
    Me encanta este ballet del video que has puesto.
    Un beso desde la tierra de las flores, de la luz y del amor, Montserrat

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  2. Ciertamente es una verdadera experiencia, que no se hacía en otros tiempos! En países como Suiza son muy habituales las salidas ( a pie o en bicicleta) por la ciudad para pasear por un barrio y visitar sus distintos puntos culturales, Iglesias, Parques etc...

    Muy positivo!

    Un cordial saludo
    Mark de Zabaleta

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  3. Hola Antonio,
    si es verdad ...hacer que los ninos puedan apreciar y valorar las cosas que no son materiales pero que tienen aun mas valor en nuestras vidas.Que tengas una maravillosa semana.saludos.

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  4. ¡Madre mía: Lo que nos perdemos, entre pitos y flautas, por no sacarle todo el provecho a algo tan elemental como disfrutar del placer de LA CALLE. Punto de encuentro y escaparate vital...
    (Me encanta este post.Ya bien lo sabes)

    Besos

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  5. Los cuidamos tanto que les impedimos ser, estar, vivir, sin más. Y de eso también se aprende ¿verdad?

    Un saludo

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  6. Buenas tardes Antonio, es cierto que se ven pocos niños en la calle, salvo lo que nos apuntado.
    hace muchos años, me gustaba poderme pasear por la ciudad, viendo escaparates, aunque sabía que no podía comprar nada, ver a la gente con sus prisas y aprovechar la más mínima para decirles algo, cuando me sentaba en un banco al lado de algún anciano.
    Hoy hemos cambiado las costumbres, pero creo que las podremos recuperar.
    Con ternura
    Sor.Cecilia

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  7. Gracias Antonio,lo mejor que podemos hacer es intercambiarnos nuestros aportaciones, de todos aprendemos.
    Gracias por tu atención de correspondencia.
    un abrazo
    Sor.Cecilia

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  8. MI QUERIDO AMIGO! la vida es rara,por lo menos para mí, en estos momentos, hay que solucionar problemas, que NO TIENEN SOLUCION, mis disculpas,por favor, por no haber pasado antes...
    como ESTUPENDO RELATOR, POETA ,ESCRITOR, con la necesaria identidad,que hace a quienes escriben desde su CORAZÓN, ASÍ ES CÓMO TE LEO!!!...muchas gracias!!!
    no se si tienes madre, yo no, péro si tendrás alguna madre cerca, mi mayor felicidad, en este día!!!para ella...
    un abrazo fretarno, muchas gracias, mis disculpas por favor!
    lidia-la escriba


    te invito a re seguir mi blog, si quieres obvio

    www.nuncajamashablamos.blogspot.com.ar/GRACIAS!!!

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