Seguidores

domingo, 21 de octubre de 2012

SOCIAL

La historia de los círculos concéntricos que hace unas semanas desarrollamos a propósito de los sentidos podríamos volverla a manifestar ahora al referirnos a la relación de cada persona con el mundo que lo rodea. Sintetizando mucho a ver si se puede entender de manera simple diremos que en un principio nos consideramos el mundo: nada existe que no seamos nosotros y las cosas tienen vida porque nuestra decisión se la otorga. El ejemplo más claro es que un menor, cuando quiere que algo no exista, sencillamente lo elimina del mapa por el procedimiento de taparse los ojos.
Por la edad que vamos transitando, alrededor de los tres años se interioriza otro de los grandes cambios entre una persona y el mundo que lo rodea. Hemos llegado a ver claro que nosotros no somos el mundo sino que en el mundo hay dos seres: uno es nosotros mismos y el otro todo lo demás. Con este paso abandonamos ese egoísmo que lo abarca todo y entramos en otro entramado de relaciones al que hemos dado en llamar la sociedad. Es, por tanto, el nacimiento de la conciencia de lo social. Nos damos cuenta, por ejemplo de que en este mundo hay niños y niñas, de que hay personas que tienen relación con nosotros y otras que no, de que en el mundo pasan cosas que nosotros queremos y otras que no queremos y que el propio mundo no se mueve porque nosotros lo queramos o lo dirijamos sino que en el movimiento del mundo y de todo lo que hay dentro de él no tenemos mucho que hacer y las cosas pasan obedeciendo a unas normas que no tienen mucho que ver con nosotros.
Todos estos cambios insinuados nos convierten en personas globalmente distintas a las que hemos venido siendo hasta ahora. Hasta ahora nuestro destino fundamental ha estado centrado en el desarrollo sensorial, pero sobre todo de los sentidos más estrechos y cercanos, como si hubiéramos necesitado una cierta capacidad interior que estructuraba nuestro ser personal. Pues bien, hacia los tres años podemos decir que somos una suerte de adultos en los sentidos: somos tan capaces de sentir y de discernir lo que estamos sintiendo como cualquier mayor y hemos adquirido las capacidades para explicarlo y para demostrarlo a los demás. Pues a partir de ahora nuestro desarrollo se va a caracterizar por el perfeccionamiento de todas esas demostraciones de las que somos capaces pero todavía no hemos hecho.
Y esas demostraciones que nos faltan que son casi todas las que somos capaces de demostrar van a ir exteriorizándose a los ojos de los demás. Es decir, nos vamos a ir desarrollando socialmente. Vamos a tomar conciencia de que pertenecemos a un grupo humano concreto, a un espacio geográfico concreto y a una cultura concreta. Todo eso lo vamos a ir interiorizando poco a poco y con la interiorización también vamos a tomar conciencia de nuestras diferencias con los que no son como nosotros. El sentido de tribu, de clan, de grupo como afirmación de nuestras identidades y también de nuestras diferencias frente a los que no son como nosotros. Es difícil en este nivel precisar mucho más porque hay que nombrar lo que se considera esencial pero lo cierto es que la materialización de lo que estamos hablando está abarrotada de detalles y matices que el tiempo y el ejercicio se van a encargar de poner de manifiesto en cada momento. Para sintetizar podemos decir que hacia los tres años de edad entramos en el segundo gran círculo de desarrollo que se continuará con un tercero hacia la adolescencia en el que no solo nos consideraremos diferentes al mundo sino que descubriremos que no somos los únicos sino que hay otros grupos distintos a nosotros que también forman parte de este conjunto y que se completará con el último en el que ya nos veremos ajenos a este mundo y como sobrantes.

6 comentarios:

  1. Aquí, al abrigo de la 'Soleá', del indiscutible M.Cano, pensando quedarme para siempre en ese lado del mundo que se insinúa, socialmente estupendo. Solo de mayores, niños y adultos.
    Pero mundo círculo concéntrico, que, por tanto, no lleva a ninguna parte.
    Bs

    ResponderEliminar
  2. HolaAntonio.
    Este mundo está fomado por muchas culturas e ideologías.
    Lo princiapl es vivir en el respeto y la soliraridad.
    Un beso, Montserrat

    ResponderEliminar
  3. Querido Antonio ! diferentes fases en la vida del niño y del adulto después-
    Sin embargo, fijate que hay niños que antes de los tres años entran en sociedad tan cambiantemente, niños sociables por naturaleza, y otros aùn teniendo los cuatro, cinco, siguen en su mundo cerrado- estoy hablando de niños normales- aqui tienen mucho que ver en caracter, el entorno donde se mueven- Se mueve por fases si, pero no estan establecidas como algo rígido - bueno, es lo que quieres decir tu.
    Solo que a veces ( muchas ) esos cambios son diferentes en edad, por que el niño nace con un carácter con una personalidad.
    Luego entran las culturas como dice Montserrat y ahi es otro cantar- todo esta pintado por la persona ( el niño ) en si mismo.

    Bueno, ya sabes que cuando emppiezo no termino, y mas contigo que me siento como en casa :) hablaria de este tema contigo mucho rato por que me encanta y por que tu lo dices muy bien y con sabiduría.

    Te mando un beso grande muy sociable y lleno de cariño :)

    Aurora

    ResponderEliminar
  4. Me encantaría volver al tiempo en el que cerrando los ojos la realidad desaparecía.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  5. Muy bien planteada...Esa imagen que recuerda a las vetas, capas concéntricas en el tronco del árbol...su edad, su vida, su aguante durante años...

    Saludos
    Mark de Zabaleta

    ResponderEliminar
  6. Tu última frase me ha entristecido, Antonio. Es verdad que llega un momento en que nos vemos ajenos, sobrantes, "ya no pertenezco a este mundo", y no debería ser así. Recuerdo cuando mi padre empezó a sentirse de esa manera, y lo difícil que era conseguir que entendiera que no, no estaba de sobra porque nosotras -Anais y yo- lo necesitábamos mucho, aunque solo fuera saber que estaba ahí, que teníamos su apoyo, que nos quería tanto... creo que uno no sobra en esos momentos -o no debería sobrar- sino que pasa a otra fase, la fase, quizá, contemplativa, la fase en la que, aunque te sientas perfectamente adulto, empiezan un poco a tratarte como a niño -eso me repatea-, pero habiendo el cariño natural y el respeto que debe mantenerse hacia un padre o abuelo, no debe ¡nunca! sentirse nadie sobrante. Solo caminando hacia lo desconocido, que puede ser emocionante, o puede ser, simplemente, el descanso, la nada.
    He pasado de los peques a los ancianos, lo sé, pero es que me ha impactado esa frase tuya, Antonio.
    Un beso muy fuerte y cálido para ti.

    ResponderEliminar