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domingo, 12 de junio de 2011

DIALÉCTICA

Tantas y tantas veces lo he pensado que me parece un lugar común. Tengo que escribirlo para que no se me olvide y para que quien me lea pueda conocer de dónde y por qué digo lo que digo y cuál es su sentido, su dirección. Hablar de la educación de los más pequeños no es más que la excusa para hablar de la vida, de todo, de nosotros mismos. Una forma como otra cualquiera de abrir las grandes interrogantes y de adentrarnos en las incógnitas del espíritu.


En esa dirección nos metemos e intentamos alcanzar algunas verdades con las que ofrecer a los pequeños pautas de comportamiento que les puedan ser útiles para su desarrollo más o menos armónico. Pues bien, hoy quiero dar un paso más en mi atrevimiento y quiero decir que la relación con los pequeños también es una buena excusa para recuperar al niño que todos levamos dentro y que sólo podemos ver desde la posición de adultos en el cuerpo de otro. Desde esa visión delegada que nos ofrecen los pequeños, a la vez que nosotros vamos influyendo en ellos, también se va produciendo el efecto contrario y ellos van permitiendo que recuperemos la memoria y que desde ese espejo que ellos significan nos veamos y dispongamos de una nueva posibilidad de aprender.


En definitiva, que la educación no es una influencia que sale de los adultos y que tiene a los niños por destino, sino que es un juego de fuerzas bidireccionales que están permanentemente saliendo de grandes y pequeños y que nos llegan a todos, una relación dialéctica que nos hace a todos emisores y receptores de mensajes que están influyendo continuamente en unos y en otros. Ese es el sentido más profundo del hecho educativo: que todos somos alumnos y que todos somos maestros y que en ningún momento es posible dilucidar quién es uno y quién otro por más que la estructura social nos tenga perfectamente deslindados los papeles de cada uno.


Ese es el sentido tiene sentido que una persona como yo que socialmente ya ha concluido con su ciclo contributivo a la sociedad y se encuentra jubilado desde el punto de vista laboral y productivo, sin embargo se sienta en deuda de transmitir todas estas reflexiones que he sentido a lo largo de muchos años, que muchas de ellas las he ido escribiendo, pero que siento la necesidad de clarificarlas todo lo que pueda, primero para aumentar mi grado de conciencia sobre lo que ha significado mi trabajo para mi vida personal y después, por si puede llegar este grado de conciencia a otras personas que se encuentren en situaciones parecidas y resulte que esto de la comunicación humana sea posible y se produzca en efecto.
El verdadero sentido de tanta insistencia creo que lo debo aplicar a mi propia persona y definirlo como una necesidad imperiosa de convencerme de que la infancia la sigo teniendo a la mano y que sigue siendo desde ella desde donde puedo seguir creciendo y desplegando con sencillez toda mi capacidad comunicativa. Y espero y deseo que ese encuentro que describo se produzca de manera parecida en quien se acerque y lea lo que aquí está escrito.

8 comentarios:

  1. hola antonio:

    Uno de los temas dentro de la psicología que me encanta es trabajar el niño o la niña interior.

    Y sabes una cosa aunque estés jubilado, nos puedes aportar tus conocimientos.
    Hay muchos profesores que continúan dando charlas y aportando conocimientos.
    Mientras el cerebro responda, no importan los años.
    Gracias por estar en la blogosfera.

    Besos, Montserrat

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  2. Procuro sacar a la niña que llevo dentro, pero por supuesto en el momento adecuado. Me siento joven aunque ya con algunos años encima, me da que aún tengo mucho por hacer y todo eso se suma a las ganas de que jamás desaparezca la niñita que está dentro de mí.
    Me encanta la comunicación y cuando mis hijos eran pequeños los hablaba mucho y ellos a mí, haciendo de la conversación una grata dialéctica donde tanto ellos como yo aprendía y mi mente estaba en constante evolución.
    Tus entradas me gustan, me resultan entretenidas y aunque ya no tengo hijos pequeños, me gusta porque durante algún tiempo trabajé en guarderías, siendo ésta mi época mejor. Me gustan los niños, hablar con ellos y sus cositas....eso sí, cuando lloraban me partían el alma y aunque no sé si actuaba bien o no, siempre los acurrucaba y ellos se sentían protegidos. Tengo muy buenas imágenes en mi mente de aquella temporada, pero la vida me hizo dar un giro laboral.

    Un beso

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  3. Por fin puedo comentarte.
    Esta entrada me ha llegado especialmente. Es tan desnuda y entrañable, encierra tanta verdad. La educación es así, "el educador" se alimenta del "educado" y al contrario. El niño es un espejo que nos ayuda a recuperar a ese niño a veces olvidado, a entenderle, y así podremos educar mejor.

    Un beso
    Mercedes

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  4. ¡Por fin, por fin!!
    Hallé el espacio.
    Permíteme una ligerísima aclaración: Educando no siempre, ni necesariamente, es sinónimo de alumno. Como educador tampoco siempre, ni necesariamente, lo es de maestro [lo hablaremos más despacio]
    El post es un estupendo tributo que concedes a la niñez, a la obra educativa, al trabajo y a la comunicación.
    Y además de rigurosamente cierto cuanto dices, muy sincero. Muy bien, Antonio.
    Puede usted continuar ilustrándonos: Le seguiremos los discípulos...
    Besos

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  5. Gracias Antonio , es un buen post, como profesional de la salud en este campo lo apoyo, el adulto se ha vuelto demasiado adulto y eso hace que se aleje del niño que tiene delante como el que pretende esconder, no son personas libres y acostumbran a vivir amargados.
    Te dejo mi ternura
    Sor.Cecilia

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  6. Hola querido Antonio !

    Tu nunca te jubilaràs, siempre estaras activo como niño, no hay mas que ver lo maravillosamente bien que llegas con tus post a los llamados adultos que te leemos-
    La mejor manera de educar a un niño es no perdiendo nunca el niño interior que todos tenemos,y tu querido amigo lo sabes hacer divinamente-
    Si dejas suelto y el niño que hay en uno sale fuera los niños lo perciben y se te acercan y se hacen tus copinches, tus amigos, quieren jugar contigo- yo juego mucho con mi nieta y disfruto como una enana :)
    Sabès lo que mas me gusta es sentarme con los niños en la escuela en una sillita como lo hacen ellos, nada de escritorio, y ahi mezclada entre ellos soy la mas feliz del mundo- y presiento que a ti te pasa lo mismo-
    Son hermosos tus aportes y los leo con verdadero placer, un lujo poder hacerlo Antonio .

    Un beso

    Aurora

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  7. Hola Antonio !

    La lògica no funciona, los sentimientos si - la primera termina cayendo la segunda perdura en el tiempo, por que el amor lo puede todo.
    En la educaciòn sino podes amor, sentiimiento, y solo lògica, la cosa se vuelve fria, y estas educando un robot y asi serà de mayor.
    Un ser educado con amor, con sentimiento ( fuera la lògica) crecera sano por dentro y por fuera y sera libre interiormente- Ademàs la lògica no funciona para todos igual, el amor si, es universal.

    Un beso

    Aurora

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  8. Por ese 'lógico' argumento, Aurora, en todo momento se hace necesario una educación lógicamente amorosa. Tanto más, cuanto más lógico sea el amor...que transmitamos a los EDUCANDOS: Hijos, nietos, ercanos, adultos o simplemente alumnos.
    Pero no se nos olvide que a la EDUCACIÓN es el conocimiento lo que a la LÓGICA el sentimiento. Por tanto, ambos caras de una idéntica moneda.

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