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lunes, 28 de junio de 2010

RETAZOS




Fabriqué tu recuerdo con retazos,
cansado como estaba de añoranzas.
Se me hizo insoportable tanto miembro separado,
ahora intensa caricia, mañana el abandono
y otra vez comenzar como si nada.

Hasta tu propio rostro dividido
me impedía concretar tu nombre..
Me negaba a llamarte por temor al abismo,
ese espacio de sombra y desconcierto
que se cruza entre el sueño y la ignorancia,
y tu cuerpo entre mis brazos flotaba como el humo
desarrollando ausencias en la punta de mis dedos.

¡Cómo reconocerte sin encontrar los datos,
sin saber si eres una o eres sólo una parte,
si la propia estructura de la imagen que siento
te corresponde entera o es fruto del delirio !.

¡La duda era un reguero de cenizas
que anunciaba el desolado paisaje de mi mente !.
¡Como si el contenido de aquel fuego
que nos hizo vibrar como centellas
hubiera reventado en mil luciérnagas
cuyo esplendor es la certeza de su muerte !
¡Como si mis recuerdos de cuadrícula
se alternaran de gozos y de ausencias !.

Me sentí ciego mientras te miraba,
tus palabras resbalaban por mi angustia
y tus besos, efluvios nectarinos para mi sed desesperada,
no sentían mis labios como propios.

Guardé cama de amor, emponzoñado,
convertido en veneno, enfermo de dulzura,
con diagnóstico agudo y amenaza palpable.
Altas fiebres, delirios, realidades interpuestas,
me llevaron al borde sin remedio.

No sé si ha sido el tiempo, si ha bastado el silencio,
si el hilo persistente de la vida, si la distancia,
si el horror de tanta guerra infructuosa. ¡Sabe Dios !
Lo cierto es que otro día me levanto,
dubitativo y frágil pero entero,
recompongo este cuerpo como puedo
y a manotazos accedo a la memoria.

Necesito fabricar un cuerpo
en el que el ansia se incruste de una pieza,
única medicina contra tanta dispersión
que me tuvo a las puertas del aniquilamiento.







domingo, 20 de junio de 2010

TODAVÍA SIGO AQUÍ.-



Todavía sigo aquí, plantado, como un árbol,
luciendo cara al viento
- definición precisa,
carnet diferencial inconfundible -,
estos ramajes de miseria,
sucumbiendo, a fin de cuentas,
en el profundo entramado de raíces
que, inevitablemente,
acceden a la vida en la medida que se alejan de mis manos.

Es cierto. Todavía sigo aquí, como un cristal,
como una espina viva,
doloroso puñal de trasparencia;
alzado, suspendido, ingrávido de luz,
buscando como un loco un espacio de sombra:
de reposo, de consuelo,
para lamer recuerdos como heridas.
Sólo, entonces, cupieran otros mundos en mi mente-laberinto,
nuevos focos de luz,
simientes de futuro.

No lo puedo negar. Todavía sigo aquí y estoy temblando.
Conozco al enemigo como si se tratara de mi hermano:
sus ojos luminosos que miran como el hielo,
cuchillos que amenazan, los dedos de sus manos,
su engañosa sonrisa que oculta lo que busca
bajo una ambigua máscara de falsa mansedumbre.

Desde aquí siento el miedo incrustado como un clavo
porque adivino el gesto implícito
que acecha imperturbable tras la esquina
esperando el instante preciso, el punto justo,
la exacta coyuntura,
capaz de hacer mortal el zarpazo homicida.

Desde esta altura vaga,
apenas transformado en ilusión de hoja
- fragilidad de cuerpo, verde sombra de vida-,
como si se tratara de la peste,
mis atributos me abandonan en dirección desconocida.
Estoy, por tanto, completamente inválido,
suspendido en el vacío
y a pecho descubierto,
con toda la silueta a contraluz.

¡Es la hora fatídica del árbitro asesino!.

domingo, 13 de junio de 2010

COMPLEJA COMPOSTURA




A veces me traiciona la conciencia
y se empeña en provocar un artificio,
laberinto quizás, con mis despojos.
La noche se me encarna. Estoy perdido.
¿Qué impulso me reclama, dónde nace, como un brote,
la fuerza de rescate que me libra del olvido?.

La forma es el refugio, doy a luz, me recompongo
a base de los ojos, del volumen del pecho,
del traje que me cubre, del músculo que muevo,
pero ese recorrido, por más que se completa,
no termina de darme resultados convincentes.

Como si el mismo plano donde luce un cerezo
frunciera con mi carne, indiferente
si sufro de montaña o duermo de tiniebla,
si empujo de pinares o canto de alimento,
si palpo como lumbre o muero de ceniza.

Como si el límite no fuera suficiente
como si la materia que sostengo, que no es otra que el mar,
que el pájaro, que el pino, que la higuera,
fuera sólo guarida, falsa muerte,
espejismo que confunde costumbre con deseo.

Debo seguir, entonces, subiendo sin medida,
por encima del número concreto, de la temperatura,
del glóbulo y la muerte que me cierra el camino,
hasta alcanzar el territorio - estado, sentimiento -,
que me incluya, vulnerable como un nido,
pero incapaz de soslayar la angustia y la miseria.

Allí me siento vivo, palanca unida al tiempo
a través del abrazo entre las sábanas,
del aroma fugaz de la salvaje clavellina,
del Bosco y su Jardín de las Delicias,
de Danzas Povlosianas y fuegos de Amor Brujo.

Con diligencia traslado el domicilio
y fijo residencia definitivamente.

lunes, 7 de junio de 2010

MEMORIA




¡Qué me pasa en los ojos esta tarde!.
Me peino, como siempre,
contemplo en el espejo, como siempre, el mismo rostro,
mis manos son las mismas
y moldean mi frente con idéntica caricia,
reconozco, como siempre, la curva de la boca
y el guiño imperceptible entre las cejas.
Sin embargo,
no me sirve la fórmula de siempre.

¿Qué pasa?. ¿Qué nos pasa?.
¿De dónde surge, extraño,
este impulso que aleja lo que mira,
lo funde en el recuerdo y lo oscurece?.

- ¡Más lejos!. ¡Mucho más todavía!. - ordena imperativo.
Y, poco a poco, se imponen sobre el vidrio los recuerdos
saltándose las leyes, las fórmulas precisas,
que, inversamente, debieran reflejarme.

Nuevamente detengo la mirada, por si acaso,
compruebo minucioso si el reflejo de plata se equivoca,
si mi cuerpo es el mismo,
si el olor del aliento no me engaña.

¡No hay duda!. ¡Estoy frente al espejo!
¡Soy yo!. Pero los rasgos se han posado en otro tiempo.
"¡Veinte años no es nada!". - recuerdo que recuerdo.

Todo un mundo de imágenes aflora:
personas, callejuelas, aljibes, intenciones,
horarios, escaleras, silencios, ansiedades
y niños, muchos niños definiendo el paisaje,
dando vida, engarzando con sus cuerpos juguetones
una parte de mi vida almacenada en la memoria.

Me invade dócilmente su entraña nebulosa,
como si se tratara del café de la tarde.
No hay misterio, ni engaño. Soy yo quien se confunde,
cegado de presente. ¡Mi tiempo es todo yo desde el principio
y le debo a la vida el privilegio de mis canas!.