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domingo, 30 de mayo de 2010

FRÍO




Ni el sol de Julio poderoso y reluciente,
ni la flor de la vida que me corre por las venas,
ni la ilusión intacta, ni el material del gozo
que impregna cada fibra, que me envuelve,
me permiten acceder a la esperanza.

No poseo un solo argumento,
una razón, un horizonte, un sueño
con que elevar mi brazo para indicar futuro.

Me llego al corazón,
ausculto minucioso sus bordes ondulados,
sus cavernas interiores, sus tonos de color,
la fuerza con que mueve los hilos de mi vida
pero por más que intento concentrarme en sus latidos,
que estudio los matices de su ritmo acompasado,
que clavo en él mis ojos a la espera angustiosa
de un signo, de alguna luz de vida,
no me ofrece otra cosa que sus fríos acordes,
mecánicos sonidos de latón y de muerte.

Desde el ayer me invaden mis sueños indefensos,
con sus caras de niños de rosadas mejillas.
¡Compasivo, mi cuerpo se ha revuelto,
espantado ante el sórdido presente,
y pretende consuelos que guarda en mi memoria
como salvoconductos que me saquen del paso,
de momentos sin brizna, ni sonido, ni caricia,
incapaces de ablandar la dura roca en la que habito!.

No es difícil caer en tentaciones,
y caigo,
soñar con paraísos con ropajes de estreno,
y sueño,
que pongan en tus labios el beso compasivo,
y beso,
la dulzura momentánea del engaño inocente.
y bebo de su fuente hasta saciarme.

Todo mi impulso se desplaza, deslumbrado por el brillo,
a la alucinación a la que me somete
el archivo del recuerdo que intenta defenderme.
Quiero tocar la dicha a toda costa,
viajar en la distancia,
situarme frente a frente, de cara al horizonte.
Disfrutar este golpe de poder de la añoranza.

Es más, en este instante bendigo mis recursos,
doy las gracias
a este bálsamo que brota en mis arcanos
disfrazado de cálido refugio,
de manso engaño, de disculpa complaciente.
Agradezco el intento
de los amigos mecanismos interiores
y valoro su interés por salir en mi defensa.

Pero la verdadera dimensión es piedra,
se llama piedra, exclusivamente piedra,
la única figura que dibuja este momento.
( ¡CUANDO SEA MAYOR QUIERO SER PIEDRA,
he dicho tantas veces! ).
Pues ha llegado al fin, es la hora del frío de la piedra,
donde la vista no cuenta con espacio, el sueño sobra
y el pálpito de vida se hunde en el vacío
configurando sólo la dureza del plomo, helada, quieta,
arrinconada al filo de todos los caminos,
quizá siempre a la espera del momento adecuado
o tal vez de reliquia,
esperando el olvido como todos los muertos.

¡Por fin se llama piedra mi corazón de fuego!.
¡Tanta llama y camino, tanto impulso y desvelo
concentrados ahora en un cuerpo yacente
postrado sobre el suelo,
escombro de esta vida que devora cuanto crea!.

3 comentarios:

  1. Pues eso, que quizá no nos quepa esperar nada más que "la dulzura momentánea del engaño inocente". Antes de que la piedra invada el territorio. Qué le vamos a hacer. Menos mal que normalmente no vivimos en la lucidez y la advertencia que transmite tu poema, si no, no aguantaríamos.

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  2. Desde Discreto Lector y Juan Mata construyo un puente y descubro este rincón... ¡que deslumbramiento! Poesia, poesía, poesía...Voy a tomarme mi tiempo en leer el resto de entradas. A pesar de cierta desesperanza de piedra "nos queda la palabra".

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  3. ¡Qué fuerte! ¡Qué intenso! ¡Cuánto movilizan tus palabras!
    Un corazón de piedra no creo que sea capaz de tanta sensibilidad ¿no?

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